A trece años del dramático derrumbe en la mina San José que mantuvo atrapados a 33 mineros a 700 metros de profundidad en Chile, el mundo se pregunta qué ha sido de la vida de estos hombres. El inédito rescate de los mineros capturó la atención global y los convirtió en héroes instantáneos, pero la realidad que enfrentan hoy es muy distinta a lo que muchos imaginaban.
A pesar de su efímera fama, la mayoría lucha por un reconocimiento más duradero.Algunos de los mineros obtuvieron momentáneas ganancias y notoriedad a raíz de la tragedia, pero la vida post rescate ha sido una lucha constante para la mayoría de ellos. En la actualidad, subsisten con pensiones que apenas llegan a los 520 dólares mensuales, en un país donde el sueldo mínimo ronda los 420 dólares.
Aunque lograron una victoria legal en una demanda de indemnización contra el Estado tras el derrumbe, la apelación y la pandemia han dilatado la resolución legal, dejándolos en una incertidumbre jurídica. La responsabilidad de los dueños de la mina también ha sido tema de controversia.
A pesar del sufrimiento infligido, los propietarios de la mina San José no han sido requeridos a pagar indemnización alguna por el derrumbe. Aunque todos los mineros recibieron atención psicológica, las secuelas emocionales y físicas de la tragedia persisten en muchos de ellos.
El rescate de los «33 mineros de Atacama» fue un hito histórico que generó esperanza y solidaridad. Sin embargo, el paso del tiempo los ha sumido en la pobreza y la marginación, alejándolos de la atención mediática y el reconocimiento público. Aunque algunos intentos colectivos, como la formación de una fundación, fueron propuestos para ayudarles, ninguno ha tenido éxito y la falta de comunicación entre los mineros es evidente.